- Ahora iremos a la librería y te compraré las acuarelas que necesitas.
Susi da un saltito más y baja un par de escaleras. Y enseguida aprovecha el momento compra.
- También necesito unos pinceles.
- No, los pinceles no los necesitas.
Y Susi calla porque sabe que es verdad, que pinceles le sobran, que de tantos que tiene podría poner una tienda: “Pinceles Susi”.
- Sí que los necesito.
Por pedir… Y su madre se adelanta y aligera el paso. Ya está a mitad de trayecto. Y Susi la alcanza y le mira con cara de “y lo sabes”.

- O los acuarelas o los pinceles.
Y Susi piensa. “Esto va bien. Esto va muy bien”.
- O a lo mejor ninguna de las dos cosas.
¡Ups! Y decide no decir nada más. Llegar al final de las escaleras con al menos unas acuarelas, que antes de empezar a bajar no tenía. Y ya sólo le quedan cinco peldaños, cuatro, tres, dos, uno…

- Mamá, yo te quiero mucho. ¿Lo sabes, no?
Y su madre que la mira, y sonríe. Y Susi ya está haciendo hueco en su estuche de los pinceles para dos más…