
Sobre eso, sobre el papel que los adultos juegan a veces en la vida de los niños va este relato extraído del libro, que lee Gina Tost (www.ginatonic.net), un encanto de niña adulta.
Perder las llaves. Encontrarlas. Volverlas a perder. No encontrarlas jamás. ¡Ah, sí! Justo después de cambiar la cerradura. Olvidarse la crema de la playa. Pedirla prestada a una desconocida. ¡Eh, que te llevas mi crema! ¡Ups! Con el peine en el gimnasio, igual. ¿Pero el otro día no te lo olvidaste también? (Sí, ya veo que tú no te olvidas de nada).
Salir a la calle con un pendiente diferente en cada oreja. Darse cuenta por la noche. Bueno, tampoco son tan diferentes: negro y plateado, redondo y alargado. Clavados, vaya.
¿Dónde estarán las entradas del cine? Sí, las llevaba yo...Vaaaaaaaaaaale, es la última vez que las guardo. En el fondo del bolso. El móvil tiene que estar en el fondo del bolso... ¿por qué no inventaran un aparatito para estas ocasiones? Lo tengo. El móvil no. Otra vez a recuperar toda la agenda.
Llevo media hora esperándote en la esquina de la calle Balmes. ¡Ah, que era en las Ramblas! ¡Ah, que no era hoy! ¡Ah, que ni siquiera hemos quedado! Nunca me contáis nada. Vale, sí, a lo mejor lo habéis hecho pero estaría haciendo otra cosa y no escuchaba. ¿Qué?
Engancharse la ropa con todas las puertas. Incluso darse de bruces con todas las puertas. Sí que miro por dónde voy. ¡Uix! Ya te invito, yo. ¡Ups! Me he dejado el monedero. Mañana te lo devuelvo. ¿Me lo recordarás? ¡Si me lo pudiera tatuar...! ¿Si? ¡Ah, que no...! Sí, sí, ya me lo apuntaré... ¿pero dónde? ¡Aquí!
Despistad@. Absentminded
¡Presente!