¿Qué es "Paso de historias"?

El amor, la búsqueda de la propia identidad, los amigos, los padres... cosas de las que no pasas ni tú, ni gente como tú. Y que pase el tiempo que pase, nunca dejan de importarnos.


Capítulo 8: "Amor eterno"



27 de agosto de 2009

Murphy no cree en el amor (o cómo una galleta de chocolate puede arruinarte el día más importante de tu vida)


El técnico de sonido del programa del verano está enamorado de Nati Guillén desde hace dos meses. O sea, desde el día que ella se incorporó a la tele para sustituir a una de las maquilladoras. Cada día, cuando oye ese tic-tic-tic-tic de unos tacones que se acercan alegres y chispeantes, sabe que son los de Nati.

Tiene calculados los segundos exactos que transcurrirán hasta que ella pase por delante de su puerta, sin detenerse, para entrar en peluquería. Y sabe lo que hará él inmediatamente después: comer.

Al técnico de sonido del programa del verano Nati Guillén le provoca un hambre desmesurada. Hambre por el dulce, por lo empalagoso, por lo goloso…


Ha engordado tres quilos en las últimas ocho semanas y va para tres trescientos. Una locura. No puede evitarlo. Pero la maquilladora sustituta ni le mira, ni le saluda, ni come con él.

Hoy, precisamente hoy, nuestro dulce enamorado ha decidido poner fin a ese descontrol alimentario y apartar de su vista, cerrados en un cajón a cal y canto, los bollos, las magdalenas, las barritas de chocolate, las fresas de goma, los conguitos blancos, las nubes de 10, las de 5… Hoy empieza el régimen sentimental.

Como cada día, oye los graciosos tacones de Nati Guillen acercándose por el pasillo. Y el técnico de sonido aprieta fuerte las manos contra el teclado del ordenador, evitando así que se le escapen hacia el cajón del pecado.

Y Nati Guillén que ya está cerca. Tres, dos, uno… ¡catacrack! Se le ha roto un tacón justo frente a la sala de audio. Y esta vez sí. Se gira y le sonríe. Coge su maltrecho zapato y se aleja cojeando.
Inmediatamente después tres cookies de chocolate son engullidas a una velocidad sin precedentes por el técnico de sonido. La ocasión se lo merece. No se siente culpable. Se siente feliz.

Y entonces sucede lo que nunca debería haber sucedido:

- “¿Tienes pegamento”?

Nati Guillén ha entrado en la sala y le sorprende con la boca llena. Él sólo acierta a mover la cabeza de un lado a otro.

- “¿Y sabes dónde puedo encontrar?
- Eghmtucboughtlrzzzz (que en el lenguaje de bocas llenas quiere decir: "en producción")
- ¡Ecs!

Esa ha sido la reacción de Nati Guillén antes de abandonar la sala salpicada de trozos de galleta por todas partes.

- ¡Aaaaaaahhhhhhhh!

¿Os imagináis de quien ha sido esa reacción?

***Seguro que muchos de vosotr@s os habéis encontrado frente a una situación como ésta. Y ahora igual os hace gracia recordarlo, pero cuando pasa solo quieres...

25 de agosto de 2009

MI LIBRO EN MANOS DE UN DESCONOCIDO...

Hoy he regalado el libro a un desconocido.

¿Por qué? Por amable, por atento, por agradable, por servicial, por simpático, por paciente, por responsable, por honesto, por eficaz y porque estando donde estábamos haberle dado el abrazo que ansiaba darle hubiera quedado muy mal. No sé si con el libro quedaré peor (¿estará a la altura de su invalorable ayuda?), pero es lo más personal que tengo.

¿Que quién era? Prepararos bien porque lo que voy a decir puede herir algunas sensibilidades. Voy a decir algo que no habéis oído jamás y lo que es peor: jamás hubieras creído que lo oiríais. Ese desconocido era…era…era…¡¡¡Un empleado de telefonía móvil!!!! Sí, lo sé. Es absurdo. Inimaginable. Increible. Pero es cierto. No me he vuelto loca, ni lo he soñado. Esa raza de trabajador de atención al cliente que hace honor a su empleo existe. Yo lo he visto. Lo he visto y no lo he abrazado.

A pesar de tener el establecimiento hasta los topes, a pesar de que era la tercera vez que volvía a la tienda con el mismo problema, a pesar de que la solución más fácil (y más normal) era decirme: “mire, señora, yo no puedo hacer nada. Lo envío al servicio técnico y punto”… A pesar de todo eso, ASIER, así es como se llama ese Gran Hombre, ha hecho más de lo que quizás debería. Eso incluye no reírse de mí, ante frases como “es que he perdido el CD de instalación” “¿Qué es sincronizar dispositivos?””¿La factura de la compra? ¿Me la dísteis?.” (Ya avisé que soy un poco despistada).

Bueno, para ser fieles a la realidad, el móvil está en el servicio técnico (ups!) pero tengo la certeza de que todo va a salir bien (dijo ella antes de que le recomendaran comprarse otro teléfono).

Con esto quiero decir que no todo está perdido en el mundo de la atención al cliente. Que si algún día tenéis que acudir a este tipo de establecimiento quizás encontréis a otro ASIER (el mío no. Es para mí. No pienso desvelar su ubicación) y si no es así, siempre os queda una opción: ¡Abrazarle antes! (o regalarle mi libro, claro).