…98, 99 y 100.
¡Eva, te he visto!
¡Vaya, me habéis encontrado! (Por fin) Tampoco estaba tan escondida. ¿Qué han sido?…¿dos meses? ¡Qué son dos meses en una vida de 80 años!
¿A veces no os apetece esconderos, desaparecer, pasar desapercibidos? A veces, incluso lo debéis conseguir. Bueno, pues entonces me entenderéis. Y ya está, no se tienen que dar más explicaciones.
Nuevo Año, nuevos propósitos, nuevos deseos y bla, bla, bla. Yo no sé a vosotros pero a mí se me acumulan. Se me acumulan los propósitos pendientes, los deseos pendientes e incluso los bla bla bla pendientes.
Pero bueno, lo volveremos a hacer. Volveremos a encomendarnos a las uvas, al anillo de oro dentro de la copa de cava o a escribir los “milagros” en un papel y quemarlos luego. ¡Ui! Eso era en San Juan ¿no? Para el caso da igual, si total: siempre pedimos lo mismo.
Si echo la vista atrás, a 1988, tengo que decir que a veces los deseos/milagros sí que se cumplen.
Si echo la vista atrás, me veo una noche de fin de año, dándole besos al reloj del aparato de video del comedor justo a las 00:00, pidiéndole al nuevo año que él, mi amor platónico, mi sueño imposible de adolescencia, se fijara en mí . Y no sólo eso, si no que además me besara. ¡Buf! Eso era demasiado, pero ya que estaba puesta…
Pero sucedió, acaeció, los astros se unieron y pasó, TODO. Bueno, hasta el beso quiero decir.
Por eso, cuando van transcurriendo los años y algunos (¿muchos?) deseos se amontonan, o suceden justo al contrario de como los imaginé, siempre pienso que algo estaré haciendo mal: no visualizo mi conquista con suficiente esmero, o quizás no creo en mi capacidad para llevar a cabo mis objetivos.
También he de confesaros que, últimamente, ante tanto stock de sueños sin cumplir, estoy pensando en comprarme un video en algún mercadillo. Los besos a las 00:00, ya los pongo yo.
Feliz Año y que se cumplan todos vuestros deseos…incluso los de bla, bla, bla.
¡Eva, te he visto!
¡Vaya, me habéis encontrado! (Por fin) Tampoco estaba tan escondida. ¿Qué han sido?…¿dos meses? ¡Qué son dos meses en una vida de 80 años!
¿A veces no os apetece esconderos, desaparecer, pasar desapercibidos? A veces, incluso lo debéis conseguir. Bueno, pues entonces me entenderéis. Y ya está, no se tienen que dar más explicaciones.
Nuevo Año, nuevos propósitos, nuevos deseos y bla, bla, bla. Yo no sé a vosotros pero a mí se me acumulan. Se me acumulan los propósitos pendientes, los deseos pendientes e incluso los bla bla bla pendientes.
Pero bueno, lo volveremos a hacer. Volveremos a encomendarnos a las uvas, al anillo de oro dentro de la copa de cava o a escribir los “milagros” en un papel y quemarlos luego. ¡Ui! Eso era en San Juan ¿no? Para el caso da igual, si total: siempre pedimos lo mismo.
Si echo la vista atrás, a 1988, tengo que decir que a veces los deseos/milagros sí que se cumplen.
Si echo la vista atrás, me veo una noche de fin de año, dándole besos al reloj del aparato de video del comedor justo a las 00:00, pidiéndole al nuevo año que él, mi amor platónico, mi sueño imposible de adolescencia, se fijara en mí . Y no sólo eso, si no que además me besara. ¡Buf! Eso era demasiado, pero ya que estaba puesta…
Pero sucedió, acaeció, los astros se unieron y pasó, TODO. Bueno, hasta el beso quiero decir.
Por eso, cuando van transcurriendo los años y algunos (¿muchos?) deseos se amontonan, o suceden justo al contrario de como los imaginé, siempre pienso que algo estaré haciendo mal: no visualizo mi conquista con suficiente esmero, o quizás no creo en mi capacidad para llevar a cabo mis objetivos.
También he de confesaros que, últimamente, ante tanto stock de sueños sin cumplir, estoy pensando en comprarme un video en algún mercadillo. Los besos a las 00:00, ya los pongo yo.
Feliz Año y que se cumplan todos vuestros deseos…incluso los de bla, bla, bla.